La migración es un fenómeno muy antiguo, complejo y multifacético, que puede analizarse desde diferentes perspectivas, pero es innegable que al menos en el espacio latinoamericano es un tema que ya forma parte de nuestro diario.
Cultura e identidad
Migrar es un proceso y para tener una mejor comprensión de este es preciso considerar desde los motivos que impulsaron a cruzar fronteras hasta la decisión, el trayecto, la inserción en la sociedad receptora, como los vínculos sostenidos con la sociedad de origen.
Todos esos momentos dejan una huella indeleble en la persona que migra, por lo general en busca de mejores condiciones de vida y ávida de conocer nuestras culturas y gentes, pero siempre con su mochila de recuerdos a la espalda.
Esa mochila también carga hábitos, costumbres, estilos de vestir, formas específicas de elaborar comidas, sabores, historias de familia, preferencias musicales, afectos, modos de comportamiento, expresiones comunes y un sinfín de elementos que se convertirán en el corto o mediano plazo en razones para la nostalgia.
Mantener intactas esas memorias, sin renunciar a reacomodarse en el nuevo contexto, es uno de los mayores desafíos que enfrentan las personas migrantes en medio del gran reto que implica resolver sus problemas de sobrevivencia en el trayecto o en la sociedad que lo acoge y, a la vez, ganar lo suficiente para colaborar con quienes quedaron en el lugar del que partió.
La persona migrante, por lo general, vive en dos mundos de manera paralela y simultánea. Y aunque se empeña en mantener su esencia inalterable, trata de asimilarse poco a poco a cada lugar por donde transita o donde finalmente logro reasentarse.
En ello va la riqueza de la movilidad humana, en la manera en que cada persona en tránsito o en un nuevo destino termina incorporando otros hábitos, costumbres, estilos de vestir, formas específicas de elaborar comidas, sabores, preferencias musicales, afectos, modos de comportamiento, expresiones comunes…pero también dejando un poco de sí.
Tal intercambio de experiencias impacta de manera positiva a las distintas sociedades y alimentan el crecimiento cultural en cada una de ellas, en la misma medida en la cual se afianzan relaciones sistemáticas de intercambio de saberes en comunidades y entre individuos.
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Fuente:
Cuéntanos: Cultura e identidad en migración