El duelo por muerte a causa de suicidio es un proceso complejo, el cual, con frecuencia, coloca al superviviente en situación de soledad e incapacidad de poder normalizar su gran pérdida, aceptarla, darle un espacio, y verse acogido y soportado por el entorno. En este artículo abordamos el duelo por la muerte de un ser querido a causa de suicidio y algunas formas de afrontarlo.

La pérdida de un ser querido por suicidio hace que el duelo sea más prolongado y doloroso. Puesto que suele ser un hecho inesperado y que sacude de forma repentina la vida del superviviente en su sentido más amplio, además, el suicidio puede ser vivido como una agresión. No solo provoca dolor la pérdida por sí misma, también tomar consciencia que el gran dolor que se siente lo ha provocado una persona querida.

La culpa

La culpa es una de las características y consecuencias principales de la muerte por suicidio. Las personas allegadas asumen la responsabilidad de la acción del suicida. Se cuestionan todo lo que podrían haber llegado a hacer para evitar la muerte, así como todo aquello que paso en la relación entre ambos y que pudiera representar una causa. Aunque la culpa te indica acciones redentoras, en última instancia la responsabilidad de la muerte por suicidio corresponde a la persona fallecida por suicidio.

El hecho de que existieran conflictos y tensiones entre la persona muerta por suicidio y alguno de los supervivientes, así como la sensación del superviviente de haber podido hacer algo para evitar la muerte, pueden desembocar en una culpa autodestructiva, la cual genera sentimientos como:

  • Vergüenza: Durante años y en países de cultura judeo-cristiana, el suicidio de una persona suponía también el castigo de la familia. Junto con el hecho de ser considerado un tabú y un acontecimiento deshonroso, el suicidio provoca sentimiento de vergüenza, que lleva a los supervivientes a creer que serán juzgados y rechazados, así como a pensar que la sociedad los juzgará como responsables de la muerte de la persona.
  • Enfado: ¿Pero cómo me ha podido hacer esto? ¡Cuánto daño me ha hecho con lo que la quiero!, son pensamientos típicos en los supervivientes que alimentan el enfado, por haber sido abandonado/a, por no haber sido lo suficiente, por haber sido castigado/a. En muchos de los casos el enfado y la irritabilidad enmascaran un profundo dolor.
  • Miedo: A no poder superar el terrible dolor que se siente, a no volverse a reponer jamás en la vida, hacia los impulsos autodestructivos. Está muy relacionado con el trauma.
  • Soledad: El suicidio es una muerte tabú, lo que supone la imposibilidad de poder hablar de ello, a la vez que es un estigma para las familias. Estos condicionantes llevan a las personas afectadas por el suicidio de un ser querido a toparse con un muro de incomprensión y falta de apoyo social, lo que condena a los supervivientes a vivir su duelo en soledad, y en ausencia de personas cercanas con las que poder ser escuchadas y apoyadas.
  • Alivio: En algunas ocasiones, el suicidio de una persona supone el punto final de una situación insostenible y prolongada en el tiempo. Puede percibirse como un desahogo, el cual provoca un elevado conflicto interno de la persona doliente por suicidio.

Búsqueda de respuestas

Solo entre un 10-15% de personas que se quitan la vida dejan algún tipo de mensaje. La gran mayoría de los supervivientes han de afrontar preguntas desafortunadamente irresolubles;

¿Por qué lo ha hecho?, ¿Qué pasaba por su cabeza para hacerlo?, ¿Fue premeditado?, ¿Cómo ha podido hacernos esto?, ¿Cómo fueron las últimas horas de su vida?, ¿Podría haberse evitado?; son algunas de las preguntas, las cuales jamás podrán ser respondidas, puesto que la persona suicida se las lleva consigo. Si bien es cierto, la necesidad de encontrar respuestas que ayuden a poder comprender lo ocurrido puede generar un cierto nivel de tranquilidad, un excesivo empeño hacia la búsqueda de la respuesta puede alejarnos de la aceptación de la realidad.

Gran impacto en las dinámicas familiares

Nunca un suicidio es un hecho aislado, siempre se da en el seno de una familia, y como tal afecta directamente y de gravedad a todos sus integrantes. La vinculación, la forma de relacionarse y los roles de cada uno de los supervivientes dentro de la familia quedan afectados, asimismo, la misma estructura de la familia condiciona la forma individual de afrontar y vivir el duelo.

Pérdidas añadidas

Expectativas respecto a la vida de la persona muerta por suicidio y todo aquello que ambas personas compartían mientras las dos estaban con vida, representan dolor y sufrimiento añadidos a las ya devastadoras sensaciones. La muerte por suicidio de un ser querido se lleva consigo mucho más que a la persona fallecida.

El estigma y el tabú del suicidio

El suicidio de una persona allegada deja varias marca de por vida. No solo se pierde un ser querido, sino que se experimenta la prohibición de poder hablar sobre lo sucedido con interlocutores disponibles y respetuosos, lo que niega rotundamente la necesidad del superviviente de poder hablar sobre lo sucedido, sobre sus emociones, sus pensamientos, sus impulsos y acciones, sus pesares y su dolor.

Muchas de las personas supervivientes (personas que han perdido a un ser querido por suicidio) son cuestionados, hechos responsables y hasta culpabilizados por familiares y amigos. Se les señala con el dedo de la incomprensión hacia lo que están viviendo. Quizás sea más fácil guardar silencio, responsabilizar y acusar, que escuchar las desgarradoras y devastadoras historias reales que hay detrás del sensible fallecimiento.

Si te encuentras sintiéndote de esta manera y necesitas apoyo, puedes comunicarte con nosotros para encontrarte alguna organización que te pueda brindar apoyo psicológico.

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Fuente:

Asociación para la prevención del suicidio y la atención al superviviente: El duelo por suicidio