Violencia sexual y de género
La violencia social constituye un problema cotidiano en numerosas comunidades de Guatemala, Honduras, El Salvador y México, por lo cual una de cada cinco adolescentes en estos países decide migrar (19.1 %) a pesar de la amenaza de tener que sobrevivir a experiencias traumatizantes similares en el trayecto.
Para las adolescentes, la violencia de todo tipo en entornos familiares, comunitarios y educativos, la falta de oportunidades económicas, la búsqueda de empleo y de oportunidades formativas son las causas principales de la migración interna o lejos de su país (Plan Internacional, 2023).
Según el informe Mujeres en crisis: la vida en contextos de movilidad en la región de Centroamérica y México, una salvadoreña de 18 años comentó que “a veces las personas emigran por situaciones de violencia, porque en sus casas o comunidad hay maltrato, porque hay síntomas de violencia. Aquí está como una puerta cerrada, no vemos oportunidades”.
Si bien la migración compromete la educación y el futuro de las niñas y adolescentes, una de cada tres de las incluidas en la muestra calificó a las escuelas en sus territorios como espacios inseguros por la recurrencia de la violencia física, emocional, sexual y psicológica, crímenes que igual pueden enfrentar en los trayectos.
La mayor parte de las encuestadas coincidió, además, en que resulta casi imposible vivir en un estado de riesgo y alarma permanente, porque ello coarta su libertad y limita el disfrute de sus derechos sexuales y reproductivos. Sin embargo, durante el tránsito migratorio irregular muchas tienen que lidiar con depredadores sexuales y ello las obliga a adoptar todo tipo de estrategias en ámbitos adversos para su seguridad, que se agudiza por la falta de mecanismos eficaces de denuncia en estos entornos que demuestran clandestinidad y el acecho de grupos criminales.
“Mi mamá tuvo que vestirme de hombre casi todo el camino para evitar que me pasara algo, y aquí cuando tenemos que salir a algún trámite, me siento insegura”, relató una venezolana de 15 años, entrevistada por los investigadores en México.
En tanto, una hondureña recordó: “Mi papá era violento, nos pegaba mucho todo el tiempo y llegó a abusar de nosotras, de mi hermana y de mí; por eso nos venimos, para que ya no volviera a suceder, nos salimos con mis otros hermanos y mi tía y acá ya nos sentimos mejor, más tranquilas”.
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Fuente:
Cuéntanos.org Migración